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Veterano de Malvinas preso por un delito que no cometió


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02/12/2014

Soy Fernanda Eugenia Megías, hija del Mayor Miguel Ángel Nicolás Megías (R) del Ejército Argentino, Veterano de Malvinas y designado por la O.N.U. como Casco Azul en la Guerra en la Ex Yugoslavia. Actualmente detenido injustamente desde el 12 de Septiembre acusado de delitos de lesa humanidad que no cometió.

Por Agustina McWhite

Es difícil escribir estas líneas porque se mezclan muchos sentimientos como la tristeza, la impotencia, el odio, la ira, como también la angustia de haber vivido parte de mi embarazo con mucho dolor. El día que se suponía que debía ser el momento más bello que una familia puede vivir, el papá de mi hija y yo lo atravesamos solitos, sin los seres más importantes que debían estar y no estuvieron. Aun así nuestra hija nos llenó de luz y amor.

En la mañana del 12 de septiembre de éste año, mientras dormíamos sonó el celular y fue ese maldito presentimiento que algo estaba mal… y así fue. Se habían llevado detenido a papá.
Mientras estuvo en el calabozo de la Policía Federal de Tucumán, lo tenían esposado como si fuese un criminal de máxima peligrosidad. Luego lo trasladaron a San Juan donde se encuentra actualmente. La Policía Federal de San Juan por orden judicial había intervenido mi línea de teléfono como se encuentra hasta el día de hoy.
Le habían quitado todo. Lo único que logré en medio de la desesperación fue buscar teléfonos para poder encontrarlo y poder escuchar su voz; hasta que lo logré, lo encontré y al escucharlo me quebré en llanto como una nena. No puedo describir el lugar donde lo tuvieron, sólo sabía que estaba desesperado, con ataques de pánico y recibiendo su medicación para el corazón. Sin entender concretamente porque estaba ahí. Lo acompañó su mujer, quien fue su único sostén en todo ese tiempo.

Hace poco pude viajar a verlo, necesitaba saber que estaba bien porque todo el tiempo imaginé sus ojos llenos de tristeza y desesperación, pese a que fue un servidor de la Patria, formado y preparado para lo peor como haber atravesado dos guerras, nos dejó a mí y a mi madre para cumplir con su deber y pelear por éste “bendito país”.
Llegué al penal desesperada por verlo y apenas nos abrieron la puerta nos rendimos en un abrazo eterno y él terminó consolándome a mí, con esa fortaleza de padre, temblando en medio de la angustia… y ¡por fin conoció a su nieta! pero detrás de las rejas, sin embargo lo llenó de alegría.
Estuve y compartí todo con los compañeros de papá, todos hombres enteros, otros con mucha tristeza en sus ojos sin entender todavía por qué estaban ahí. Lo visité varios días, pero inevitablemente llegaría el día de la despedida que fue cruel…me despedía de cada uno y en cada uno lo veía a papá, y esos hombres, me consolaban y acariciaban a mi bebé que en esos días les había robado una sonrisa. Al fin llegó el abrazo final, no me quería ir y al caminar hacia la puerta con mi bebé no quería mirar atrás, no quería tomar conciencia de que nos íbamos y él se quedaba mirándonos detrás del alambrado.

Hoy pareciera que mi viejo tiene que pagar el precio por haber elegido “ser militar”. Yo respeto el dolor de las otras víctimas, de sus familias, pero quiero que mi dolor también sea respetado porque lo tengo a mi viejo preso injustamente.

Mi papá en el ’76 tenía 23 años y era Subteniente, el grado más bajo del Escalafón militar. Sus funciones eran muy básicas. En horas de la noche del 26 de Agosto del ’76, se había producido un enfrentamiento entre 2 autos (un Ford Falcon y un Fiat 128 conducidos por Montoneros que venían a los balazos), y los militares que estaban haciendo un control vehicular. En ese enfrentamiento muere un montonero de 23 años. Fue así como el día 27 de Agosto, horas más tarde, mi padre recibe la orden de dirigirse al lugar del hecho Av. San Martín de la ciudad de San Juan para elevar un sumario sobre lo encontrado. Y así fue, lo acompañaron 3 policías y dentro del Fiat 128 había un cadáver, una carpeta negra con panfletos e informes de Montoneros, un revolver Diana calibre 38 largo, una carabina automática “Marcatti” calibre 22 y una escopeta Centauro calibre 14. Finalizado el sumario, los policías llevaron el cadáver a la morgue del Hospital Rawson y mi padre se dirigió al Regimiento a informar de lo sucedido.

Mi padre jamás será una vergüenza, ni tampoco el hecho de que se encuentre detenido. Lamento mucho si algún miembro de mi familia lo siente así o algún colega en mi trabajo cree que es así, ya que he sido atacada por ser hija de militar. Tampoco me importa. Solo él puede sentir el infierno cada día de estar privado de su libertad injustamente, las familias que están hoy en la misma situación y por demás quienes lo queremos lo sufrimos…nadie más.

La Historia debe ser analizada con sinceridad y debe contemplar todas las verdades; lastimosamente muchos se están perdiendo la oportunidad de acercarse a “la otra parte de la verdad”.

Quiero informar que somos 1.909 familias en todo el país que estamos atravesando por todo este calvario. Nuestros padres son actualmente “presos políticos”; muchos llevan más de 10 años presos, es decir que el “principio de inocencia, “in dubio pro reo”, no existe para éste Gobierno. Para éste gobierno “son culpables hasta que demuestren su inocencia” por lo tanto deben permanecer encerrados.

Fernanda Eugenia Megías (**)

(**) Actualmente forma parte de la “Asociación de Hijos y Nietos de Presos Políticos de la Argentina”.

 
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