Fuente: Quilmes Presente
26/02/2009

 

Historia de un argentino que eligió Malvinas como su hogar  

Cuida el cementerio de los caídos y coordina los viajes de veteranos platenses.

Dos veces al mes, Sebastián Socodo recorre en su camioneta los noventa kilómetros que separan su casa del cementerio de Darwin, donde yacen los restos de los argentinos caídos en Malvinas. Tenía tres años cuando fueron excavadas esas 137 tumbas solitarias; y por su edad casi no conserva recuerdos de la guerra. Pero dos décadas más tarde, la vida habría de involucrarlo en forma directa con ella: con los soldados que murieron allí, y también con muchos de los otros, los que sobrevivieron y quieren regresar a las Islas.

Por ser uno de los pocos compatriotas que habitan actualmente en Malvinas, Sebastián se convirtió en una suerte de guardián de la memoria argentina en las Islas: es quien se ocupa de mantener en condiciones el cementerio de Darwin, pero también el anfitrión de los grupos de ex combatientes de nuestra ciudad que cada año emprenden su doloroso viaje hacia allí.

Nada de esto estaba sin embargo en sus planes cuando en 2001 eligió Malvinas para establecer su hogar. Por entonces, su principal motivación era económica. Mientras otros partían hacia Europa en busca oportunidades y trabajo, él decidió probar suerte en Puerto Argentino, de donde es oriunda su mujer.

"Con mi señora nos conocimos en Claypole durante la secundaria. Phoebe es hija de un argentino y una malvinense. Cuando empezó la guerra, su papá decidió traer a toda la familia a Argentina y acá se criaron ella y sus hermanos. Pero ya de grandes, algunos de ellos empezaron a volver y en 2001 decidimos irnos nosotros también para buscar un futuro económico mejor", cuenta Sebastián durante una visita fugaz a La Plata.

¿Lo encontaron? "Sí, el cambio fue notable -asegura-. Aunque yo estudié para maestro mayor de obras, por entonces trabajaba doce horas en una papelera de Quilmes y apenas podíamos vivir con mi mujer y mi nena chiquita. Allá conseguí trabajo en el Municipio, como empleado en el área de mantenimiento de la ciudad. Arreglo los cercos y los parques; ganó el sueldo mínimo, pero nos alcanza bien".

Sebastián admite no obstante que "la vida en Malvinas es muy cara, sobre todo los alimentos, que provienen en su mayoría de Inglaterra, porque allá sólo se producen algunas hortalizas". Hoy padre de dos hijos, uno de ellos nacido en las Islas, gana alrededor de 1.200 libras y paga al gobierno un alquiler de 400 libras por su casa de tres dormitorios. Pero tiene además un gasto fijo de otras 200 libras al mes sólo en combustible para mantenerla calefaccionada.

Tras ocho años de vivir en Puerto Argentino -que tiene una población de apenas 2.200 personas- Sebastián asegura sentirse plenamente integrado a la comunidad kelper. "Tengo amigos y compañeros de trabajo malvinenses. Nuestra vida social pasa por reunirnos con ellos cada tanto. Pero la verdad es que no salimos mucho. Los chicos van a la escuela y a la pileta; y estamos mucho tiempo en casa. La ventaja de allá es que uno dispone de tiempo para estar con la familia", dice.

DE LA GUERRA

"De la guerra ya casi no se habla. Creo que es un tema generacional. A los que la vivieron no le gusta hablar del asunto; y los más jóvenes no lo sienten como algo cercano. En ese sentido, mi situación allá como argentino no es para nada incómoda. De hecho trabajo para el gobierno", explica Sebastián.

Aún así, su condición como uno de los pocos compatriotas que habitan actualmente en las Islas (asegura que contando a su hija y un concuñado serían sólo tres) lo fue involucrando de a poco con esa parte de nuestra historia, que hoy forma parte de su vida cotidiana.

Aquello que comenzó casi como un ofrecimiento informal, se convirtió sin embargo para Sebastián en un compromiso personal con los veteranos de La Plata que desde el año pasado, gracias a un subsidio del Municipio, viajan cada marzo a las Islas en grupos numerosos.

Pero su compromiso con quienes participaron en la guerra no se limita sólo a aquellos que sobrevivieron. "Hace tres años me contacté con la comisión de familiares de caídos y me ofrecí para mantener el cementerio", cuenta Sebastián, quien desde entonces recorre dos veces al mes el largo camino hasta Darwin para desmalezar las tumbas de los soldados argentinos y ponerla en condiciones para cuando lleguen sus deudos. Pero el viaje desde nuestro país es largo y costoso. Y muchas veces él es el único visitante.

Opine sobre este y otros temas en el foro del diario, click aquí
Si quiere dejar su opinión puede enviar un e-mail a:
info@malvinense.com.ar

COPYRIGHT (c) 2007 ELMALVINENSE. Todos los derechos reservados. Capital Federal-Buenos Aires-Argentina.
Se permite la reproducción mencionando la fuente

web diseñada para una resolución óptima de 800x600