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31/03/2012

 

"Desaprobamos que el 2 de abril haya sido declarado Día del Veterano y caídos en Malvinas"  

La banda de apátridas conocida como "intelectuales" se ha expresado nuevamente para seguir dividiendo a los argentinos, esta vez atacó a los Veteranos de Guerra que conmemoran su día y catalogan el 2 de abril como "el día de la invasión a las islas". Sepa el nombre de todos los que firmaron...

Desde este espacio, retamos a cualquiera de los firmantes del documento, que públicamente enfrenten un debate con miembros de nuestro equipo, prueben los dichos expresados, y que pidan disculpas ante toda la sociedad, por agraviar a los excombatientes y sus héroes caídos.

Otra vez, otro texto que solamente siembra odio y división entre hermanos. En un documento dado a conocer hoy por Fernando Iglesias en su cuenta de Twitter, los "intelectuales" con el apoyo de la prensa nacional, publicaron un escrito titulado "A treinta años de la Guerra de Malvinas".

Entre otras aberraciones jurídicas e históricas expresaron:

  • Malvinas fue "...una invasión decidida por la dictadura militar más cruenta de nuestra historia y acompañado por una sociedad imbuida del espíritu de las “guerras justas”".

Nada más errado. Desconocen los personajes que la guerra de Malvinas fue provocada por Gran Bretaña, planeada incluso 6 años antes de que sucediera (Ver información desclasificada británica). No puede hablarse de invasión, sino de recuperar territorio que le pertenece a la República. La sociedad argentina acompañó no a la dictadura, sino a sus hombres que fueron al frente a dar la vida por los demás. No se trata de hablar de guerras justas, sino de legítima defensa, de responder a un acto de agresión. Nadie en su sano juicio soportaría que ingresen al patio de su casa, y que encima, el dueño de la misma, en vez de llamar a la policía, le entregase las llaves y escritura al ladrón. Si así piensan los "intelectuales", pues ¿qué esperamos para visitar sus hogares?

  • "Como argentinos, desaprobamos que el 2 de abril haya sido declarado “Día del veterano y los caídos en la guerra en Malvinas”"

En primer lugar, la palabra Veterano, es con mayúscula, porque se refiere específicamente al día del Veterano de Guerra de Malvinas, como así también a los Caídos en las Islas. Segundo, la declaración del día 2 de abril no fue capricho de nadie, sino el propio hecho histórico, seguido de la voluntad popular de los 40 millones de argentinos, traducida en sus representantes del Congreso de la Nación. Ya que mediante un debate enriquecedor, lo aprobaron en abril del año 2004 por unanimidad ambas Cámaras. Allí, los legisladores concordaron en que es una fecha patria como el 25 de mayo o 9 de julio, que debía ser inamovible. Al respecto, un Senador Nacional hizo propias las palabras del Veterano de Guerra Miguel Ángel Peralta: "649 civiles, soldados, cabos, tenientes, jóvenes argentinos, entregaron el bien más preciado que marca la Constitución, que es la vida."

Si desaprueban la fecha del 2 de abril para rendir homenaje a los Veteranos y Caídos, pues entonces no lo hacen en carácter de argentinos, pues el insulto a la memoria y el respeto por los héroes, no los hacen dignos de ser ciudadanos de la Nación.

  • "2 de abril, día de la invasión a las islas"

En términos jurídicos, en el ámbito del derecho internacional, podríamos llamarla invasión militar, que permitió la recuperación de las islas. Pero no se concibe catalogarla como invasión lisa y llana, pues no se puede invadir lo que es propio. Las Islas Malvinas pertenecen a la Argentina por legítimo derecho, por ende, en 1982, se recuperó ese derecho para sí, jamás se conquistó ni hubo usurpación, como si hizo Inglaterra el 3 de enero de 1833 y el 14 de junio de 1982. La mención correcta es "2 de abril, día de la recuperación de las Islas".

  • Mencionan al 2 de abril como un "movimiento ilegal en arreglo al derecho internacional y criminalmente irresponsable"

Ningún Estado fuera del ámbito de cohesión ejercida por Gran Bretaña, se expresó en contra de la Argentina en el ámbito del derecho internacional. Incluso Argentina obtuvo el apoyo de toda América, con excepción de Estados Unidos quien se abstuvo de votar, aparentando ser neutral. En Europa, países como Irlanda e Italia, se opusieron al bloqueo económico impuesto a la Argentina. Rusia apoyó públicamente el reclamo argentino, a lo igual que China y la Liga de Países Árabes. Luego de finalizada la guerra, pese a la derrota argentina, las Naciones Unidas mediante Resolución en la Asamblea General de noviembre de 1982, instó a las dos partes a reanudar el diálogo por la soberanía. Como vemos, no hubo sanción de la ONU, al contrario, hubo un apoyo en los foros internacionales, aún luego de la derrota militar. Pues entonces, no podemos hablar de un movimiento ilegal en arreglo al derecho internacional, pues no hubo tal cosa. Y a nivel interno tampoco hubo tal cosa, ya que la propia Justicia argentina, en 1988 (con un gobierno constitucionalmente elegido), falló que el 2 de abril de 1982 fue un acto de legítima defensa, a raíz de la provocación británica de marzo en las Islas Georgias. Cae entonces, la premisa planteada por los "intelectuales".

  • Plantea a los excombatientes y caídos, como "víctimas"

Héroe es morir entregando la vida por el prójimo, por la Patria en un acto de valentía, que hace lo que otros no están dispuestos a realizar. Víctima, es infeliz por las circunstancias que le tocó afrontar, no muere por nada ni nadie. Lamentablemente, los "intelectuales", llaman a los caídos y a los actuales excombatientes, víctimas, los insultan y denigran como tantas veces han catalogado a los Veteranos de Guerra en estos treinta años. Esas agresiones verbales hacia ellos, son las culpables de que más de 400 excombatientes hayan muerto luego de 1982, a raíz de enfermedades y suicidios que pudieron haberse evitado. Vaya paradoja, que la banda de apátridas que firma el documento, dice repudiar a la criminal dictadura militar del 76, pero ellos mismos son promotores del odio y la muerte. Hablan de vidas inocentes, de víctimas, pero jamás se los escuchó levantar la voz por los que cada día mueren en la Argentina por: accidentes de tránsito (20 personas al día, equivale un Malvinas al mes); quienes fallecen de hambre y desnutrición (5 menores de edad al día, cuatro Malvinas al año); etc.

  • Quienes apoyan la recuperación de Malvinas son parte de un "nacionalismo retrógrado"

Y como siempre, el toque final, atacar a "nacionalismos" o "derechas". Los argentinos que creen en la verdad, justicia y libertad, son patriotas. Que se diferencian del nacionalista, pues el patriota no se fija más que en intentar servir a la Patria y ser útil a ella, por amor al prójimo que lo rodea. Ese es el espíritu de Malvinas y del 2 de abril. Pero es imposible que estos "intelectuales" conozcan el sentido de amar a la patria, porque están insultándola, a ella y a sus hijos. Desconocen también, el significado de la palabra "retrógrado". Erróneamente la utilizan para señalar aquello que es vetusto, de quien no desea cambios. Justamente es todo lo contrario. Retrotraerse es, cambiar las cosas al estado natural de ellas.

Faltan clases de historia de Malvinas, clases de los sucesos de 1968 a 1982 en Gran Bretaña y Argentina; clases de filosofía y un diccionario. Y también es recomendable la lectura de un texto que recomendamos siempre cuando se habla de Malvinas como un hecho más, como si fuera ajeno a nuestra identidad como Nación:

Constitución Nacional. Disposiciones transitorias

Primera: La Nación Argentina ratifica su legítima e imprescriptible soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos e insulares correspondientes, por ser parte integrante del territorio nacional.

La recuperación de dichos territorios y el ejercicio pleno de la soberanía, respetando el modo de vida de sus habitantes, y conforme a los principios del derecho internacional, constituyen un objetivo permanente e irrenunciable del pueblo argentino.

 

Texto completo de los señores...

Emilio de Ípola, Pepe Eliaschev, Rafael Filippelli, Roberto Gargarella, Fernando Iglesias, Santiago Kovadloff, Jorge Lanata, Gustavo Noriega, Marcos Novaro, José Miguel Onaindia, Vicente Palermo, Eduardo Antín (Quintín), Luis Alberto Romero, Daniel Sabsay, Beatriz Sarlo, Juan José Sebreli, Graciela Fernández Meijide, Jorge E. Torlasco, Marcos Aguinis, Carlos D. Malamud, José Emilio Burucúa, Liliana De Riz, Pablo Avelluto, Susana Belmartino, Rogelio Alaniz, Cristina Piña, Sylvina Walger, Federico Monjeau, Marcela Ternavasio, Luis Príamo, Patricio Coll, Ricardo López Göttig, Hugo Caligaris, Raúl Mandrini, Rodrigo Moreno, Emilio Perina, Héctor Ciapuscio, Hugo Vezzetti, Juan Villegas, Anahí Ballent, Edgardo Dobry, Marylin Contardi, Osvaldo Guariglia, Raúl Beceyro, Emilio Gibaja, Jorge Goldenberg, Rubén Perina.

A TREINTA AÑOS DE LA GUERRA DE MALVINAS
Próximos a las tres décadas de la guerra de las Malvinas, una reflexión fecunda exige pensarla en toda su singularidad. Único episodio bélico en el que la Argentina se involucró desde el siglo XIX, fue disparado a partir de una invasión decidida por la dictadura militar más cruenta de nuestra historia y acompañado por una sociedad imbuida del espíritu de las “guerras justas”. En la aventura se conjugaron mezquinas motivaciones políticas de corto plazo con convicciones territorialistas profundamente arraigadas en los argentinos, que aprendieron en la experiencia que sus imágenes del mundo y de la propia Argentina poco tenían que ver con la realidad.
La guerra de Malvinas debe ser condenada sin cortapisas. Como argentinos, desaprobamos que el 2 de abril haya sido declarado “Día del veterano y los caídos en la guerra en Malvinas” como si esa efeméride conmemorativa pudiera ocultar que, feriado mediante, es la causa Malvinas la que se está reivindicando, como si fuera una causa justa pero “en manos bastardas”. La elección del 2 de abril es, en verdad, un ejemplo claro de la ambigüedad oficial que en relación a la guerra mantuvo la democracia y que se agravó en los últimos años. Por un lado, no se deja de execrar a la dictadura pero, por otro, se instituye la recordación de esa guerra como parte de una justicia que implica aceptarla en nuestra historia como episodio positivo a ser rescatado más allá de lo que pretendían sus ejecutores.
Precisamente el 2 de abril, día de la invasión a las islas, fue el momento culminante de aquella tragedia, ya que lo demás se dio por añadidura. Ese movimiento ilegal en arreglo al derecho internacional y criminalmente irresponsable en términos del valor de la vida humana no permite hablar, estrictamente, de una derrota. Esa invasión fue celebrada por la Argentina. El nacionalismo territorial cristalizado en Malvinas se aunó con el deseo de un país entero de concretar un logro después de tantos golpes y tantos sinsabores, para organizar una fiesta de la que poquísimos se sustrajeron.
De derecha e izquierda, muchos sostienen hoy que al haberse regado el suelo del archipiélago con sangre de argentinos el cultivo de la causa Malvinas se hace obligatorio. Es, otra vez, el empleo del conocido mecanismo del mandato. En este caso, se trata de otra perla del nacionalismo territorial: al sacralizar la tierra regada con sangre perdemos la libertad de elegir, nos debemos a ella y no a nuestros valores y a nuestras preferencias, ya que es la tierra la que está cargada de valores.
También se atribuye a los soldados y oficiales que allí murieron una condición heroica. No se trata de negar que muchos de ellos hayan tenido, en lo personal, comportamientos heroicos (muchos fueron ejemplarmente solidarios con sus compañeros), pero sí de resistirse a que su memoria sea objeto de manipulación cuando han sido básicamente víctimas: la heroicidad supone una gesta, el triunfo o la derrota en una pugna fundada en valores que se comparten y en virtud de los cuales se sostiene nuestra comunidad política y ese no es el caso de esta penosa aventura militar. Nosotros – y estamos seguros que como nosotros muchísimos argentinos – no compartimos ni los motivos ni los valores que le dieron su terrible sentido.
Los caídos deben ser recordados, pero no del modo en que el oficialismo nos propone. La memoria de las víctimas – quienes cayeron en las islas, en aguas del Atlántico Sur y, debido al escandaloso menosprecio al que fueron sometidos, en la dolorosa posguerra en el continente – debe ser preservada porque evoca una serie de tragedias que todavía recorren la Argentina como fantasmas: las violaciones de los derechos humanos, el doloroso extravío colectivo al que nos llevó la causa Malvinas, los peligros de unas fuerzas armadas poseídas por un espíritu de cruzada y los desastres que son consecuencia de acompañar procesos de concentración del poder.
La visión alternativa que proponemos es una disputa en el interior de nuestra sociedad nacional y versa sobre los valores en la que debe ser fundada. Elegir la posición que adoptaremos en la cuestión Malvinas –como problema a solucionar respetando principios constitucionales y compromisos internacionales en materia de derechos humanos, o como causa irredenta y absoluta ante la cual sacrificarlos– es elegir el país que queremos, la Argentina del futuro. Una Argentina cerrada y ensimismada en el victimismo y sus propias razones o una Argentina abierta al mundo y capaz de articular sus intereses y aspiraciones con las de todos los seres humanos, comenzando por los vecinos. La dolorosa tragedia provocada en 1982 por una dictadura sin escrúpulos y exaltada aún hoy por un nacionalismo retrógrado convoca nuestra responsabilidad y la de todos los argentinos.

El Malvinense en..

 

 

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