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La palabra Amén, uno de los vocablos más utilizados por los cristianos, es difícilmente traducible en su sentido más profundo (por eso se mantiene en hebreo, el idioma original) y se utiliza siempre en relación con Dios. Pronunciar esta palabra es proclamar que se tiene por verdadero lo que se acaba de decir, con el objetivo de ratificar una proposición o unirse a ella o a una oración. Por eso, expresado en forma grupal en el ámbito de un servicio divino u oficio religioso, también significa ‘estar de acuerdo’ con lo expresado. La palabra Amén se utiliza siempre para concluir las oraciones. Sin embargo, la oración por excelencia, el Padrenuestro, se concluye siempre con el Amén excepto precisamente cuando se dice durante la Misa. Hay que señalar que el Padrenuestro es la única oración de la Iglesia que está de por sí integrada en la liturgia de la Misa. ¿Cuál es la explicación? Pues, sencillamente, no se dice “Amén” porque la oración no ha terminado aún. Después de concluir la Asamblea diciendo “y líbranos del mal”, en lugar de decir “Amén”, el sacerdote continúa hablando solo. La liturgia llama a esto con una palabra propia, “embolismo”: es una oración que recoge y desarrolla una oración precedente. El sacerdote desarrolla la última petición del Padrenuestro (… y líbranos del mal), y continúa diciendo: “líbranos Señor de todos los males, y concédenos la paz en nuestros días, para que ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos contra toda perturbación, mientras aguardamos la gloriosa venida de nuestro salvador, Jesucristo”. Y el pueblo responde con una antiquísima aclamación, cuyo origen se pierde en los primeros siglos de la historia de la Iglesia: “Tuyo es el Reino, tuyo el poder y la gloria por siempre, Señor”. Así que el Padrenuestro queda integrado totalmente en la liturgia eucarística, no como un añadido sino como parte fundamental de ella. Uno de sus discípulos le pidió a Jesús que los enseñara a orar y Él lo hizo, enseñándoles la oración del Padrenuestro.También se le llama “Oración del Señor” porque nos la dejó Cristo y en esta oración pedimos las cosas en el orden que nos convienen. Se trata de vivir las palabras de esta oración, no solo de repetirlas sin fijarnos en lo que estamos diciendo. El Padrenuestro está formado por un saludo y siete peticiones.Por ello a continuación explicamos cada parte que la compone: PADRE NUESTRO QUE ESTÁS EN E L CIELO. Con esta pequeña frase nos ponemos en presencia de Dios para adorarle, amarle y bendecirle. ¡PADRE! : Al decirle Padre, nosotros nos reconocemos como hijos suyos y tenemos el deseo y el compromiso de portarnos como hijos de Dios, tratar de parecernos a Él. Confiamos en Dios porque es nuestro Padre. PADRE “NUESTRO”: Al decir Padre Nuestro reconocemos todas las promesas de amor de Dios hacia nosotros. Dios ha querido ser nuestro Padre y Él es un Padre bueno, fiel y que nos ama muchísimo. “Padre Nuestro” porque es mío, de Jesús y de todos los cristianos. “QUE ESTÁS EN EL CIELO”: El cielo no es un lugar sino una manera de estar. Dios está en los corazones que confían y creen en Él. Dios puede habitar en nosotros si se lo permitimos. Dios no está fuera del mundo, sino que su presencia abarca más allá de todo lo que podemos ver y tocar.
Después de ponernos en presencia de Dios, desde nuestro corazón diremos siete peticiones, siete bendiciones. Las tres primeras son para dar gloria al Padre, son los deseos de un hijo que ama a su Padre sobre todas las cosas. Las cuatro últimas le pedimos su ayuda, su gracia. 1.SANTIFICADO SEA TU NOMBRE: Con esto decimos que
Dios sea alabado, santificado en cada nación, en cada hombre.
Depende de nuestra vida y de nuestra oración que su nombre
sea santificado o no. Pedimos que sea santificado por nosotros que
estamos en Él, pero también por los otros a los que
todavía no les llega la gracia de Dios. Expresamos a Dios nuestro
deseo de que todos los hombres lo conozcan y le estén agradecidos
por su amor. 2.VENGA A NOSOTROS TU REINO: Al hablar del Reino
de Dios, nos referimos a hacerlo presente en nuestra vida de todos
los días, a tener a Cristo en nosotros para darlo a los demás
y así hacer crecer su Reino; y también nos referimos
a que esperamos a que Cristo regrese y sea la venida final del Reino
de Dios. 3.HÁGASE TU VOLUNTAD EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO:
La voluntad de Dios, lo que quiere Dios para nosotros es nuestra salvación,
es que lleguemos a estar con Él. 4.DANOS HOY NUESTRO PAN DE CADA DÍA: Al decir
“danos” nos estamos dirigiendo a nuestro Padre con toda
la confianza con la que se dirige un hijo a un padre. 5. PERDONA NUESTRAS OFENSAS COMO TAMBIÉN NOSOTROS
PERDONAMOS A LOS QUE NOS OFENDEN. 6. NO NOS DEJES CAER EN TENTACIÓN 7. Y LÍBRANOS DEL MAL AMÉN: Así sea. En esta nota queremos compartir la oración del Padrenuestro en el lenguaje de señas. Aporte: Aleteia y Catholic Nota relacionada: |
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