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Fuente: PyD 29/09

 

Defensa Nacional ¿sin nuevas amenazas?  

No incluir al instrumento militar en la Defensa Nacional integral puede ser interpretado como favorecer el accionar del enemigo amenazante en su claro objetivo de quebrar la resistencia interna de la sociedad en tanto sufrimos una agresión real que nos destruye a diario.

Por José Bilbao Richter *


Con el derrumbe de la bipolaridad, en el escenario de seguridad y dentro de los marcos global, regional y nacional, aparecieron progresivamente nuevas manifestaciones claramente bélicas como ser el terrorismo internacional, el narcotráfico, la criminalidad organizada de mafias y maras, las invasiones pacíficas llamadas también migraciones ilegales que, como en los casos conocidos de Israel, EUA, España, produjo la construcción de muros de contención, y las situaciones de alineamiento en un orden ideológico político internacional orientado a un compromiso de lucha contra lo que Hardt y Negri denominaron “Imperio”. Desprevenidos políticos, especialistas y estrategas militares formados en una escuela de guerra clásica aggiornada con actualizaciones doctrinarias vigentes al final de la “guerra fría” habían proclamado la unipolaridad y el inicio de una era sin conflictos por lo que, al observar con sorpresa estas nuevas manifestaciones, cometieron el error de designarlas como “fenómenos de naturaleza no militar”, sin percibir que se estaba produciendo un cambio sustancial en el “arte de la guerra”, precisamente en la naturaleza del fenómeno militar; tardaron demasiado en comprender que dichas manifestaciones no sólo eran “nuevas amenazas”, sino que se trataban de “nuevas agresiones”, o “nuevas acciones bélicas”. Por ello sep 11 significa también una ruptura de aquel pensamiento militar que bajo el concepto de unipolaridad imaginaba un mundo de paz duradera. Lo sorpresivo y devastador de dichas manifestaciones como también la desesperación ante la impotencia y el reconocimiento del error estratégico de no haber actualizado a tiempo distintos esfuerzos en la cambiante naturaleza de la guerra, hizo que el polo mundial de poder militar decidiera apresuradamente el empleo del concepto de “guerra preventiva” a efectos de que sus adormecidos políticos asesores y estrategas militares, pudieran ganar tiempo, espacio y experiencia en la elaboración de una doctrina militar orientada a la defensa integral de la nación. El antiguo adagio “si vis pacem para bellum” fue cambiado por el “si queremos sobrevivir preparémonos integralmente para eliminar todo tipo de amenazas posibles”.

Décadas atrás nuestra Argentina contó con una importante flota naval a nivel mundial, con un Ejército situado entre los dos lugares de mayor poder a nivel regional y que incluso pudo desarrollar una doctrina contrarrevolucionaria que aplicó con éxito contra el enemigo internacional que le había declarado la guerra al Estado Nacional y que fue copiada y empleada por los EUA; también sabemos que contó con una Fuerza Aérea cuyo prestigio y capacidad operativa fue reconocida hasta por los Ingleses en Malvinas, esas FFAA hoy son percibidas por muchos observadores como agonizantes y próximas al colapso final en tanto no sólo su material se encuentra obsoleto, sus valores morales comprometidos y su doctrina de empleo encausada en el precario ámbito de pensamiento militar de la década del 40.

En una nota publicada en La Nación el 18 sep 06 bajo el título de “Las nuevas amenazas y la defensa nacional”, la Ministra de Defensa de la Nación Nilda Garré, afirma que “la respuesta del Estado a una amenaza que afecte la seguridad, debe estar determinada por las características de esa amenaza pero que su prevención y conjuración debe desarrollarse en la orbita policial y de inteligencia”. Este concepto preocupa a muchos especialistas militares en tanto observan que el orden jurídico vigente constitucional, legal y reglamentario, ha establecido conceptos inhabilitantes y prohibiciones de los sistemas de defensa nacional y de seguridad interior en torno a lo que se designa como “nuevas amenazas”, separando cándida e inexplicablemente la seguridad interior y la defensa nacional, por lo que se preguntan: ¿Cómo concebir una Defensa Nacional privando a las FFAA de su participación en la defensa integral de la Nación?. Impedir el estudio, la elaboración de doctrina y la organización de sistemas de empleo para prevenir el accionar de nuevas amenazas en el contexto cambiante de la naturaleza de la guerra es vulnerar severamente la obligatoriedad de las autoridades de extremar las medidas para proporcionar seguridad a la sociedad y a sus instituciones. La sociedad observa a diario con gran preocupación e impotencia el creciente despliegue de enemigos amenazantes dentro del país que llevan a cabo una agresión violenta que incluso está impactando nuestro sistema social. El terrorismo, la criminalidad organizada y en especial el narcotráfico han superado todo tipo de fronteras y controles, no poseen uniforme ni ostentan grado, su despliegue organizacional resulta casi invisible o incomprobable y sin embargo han actuado con violencia y están destrozando nuestras familias y la estructura de nuestras instituciones en bombardeos virtuales con numerosas víctimas reales en tiempo y espacio en tanto hay muy pocas familias que aun no hayan sido dañadas por el impacto de la droga. Nuestra Nación está sufriendo una clara agresión de origen externo y de naturaleza de dominio marcadamente militar y sin embargo las FFAA son mantenidas al margen, privadas de su empleo de acuerdo al Art. 2 de la Ley 23554, simplemente porque un artículo, el número 4, dice que se debería diferenciar la Defensa Nacional de la Seguridad Interior. La respuesta del gobierno a la agresión que la sociedad sufre por efectos del narcotráfico es: “tratará de reducir u obstaculizar la demanda de la droga” (sic), lo que en el mejor de los casos puede ser interpretado como una despreocupada actitud voluntarista.

No incluir al instrumento militar en la Defensa Nacional integral puede ser interpretado como favorecer el accionar del enemigo amenazante en su claro objetivo de quebrar la resistencia interna de la sociedad en tanto sufrimos una agresión real que nos destruye a diario. Pensar que las FFAA sólo deben ser empleadas en agresiones externas llevadas a cabo por similares procedentes de otro Estado, es ignorar la cambiante naturaleza de la guerra. Creer que no hay hipótesis de conflicto es absolutamente ridículo en tanto surgen por importantes intereses entre Estados y todo indica que estamos generando mucha irritación en la región; con Chile por el gas, por la no delimitación de los hielos continentales, por el problema Antártico; con Uruguay una grave tensión por el medio ambiente; con Bolivia por la inseguridad de la provisión de gas; en la región por una alineación ideológica radicalizada contra EUA. Cambiar el Art. 4 referido no es violar la Ley sino fortalecerla mediante su actualización y corrección oportuna de conceptualizaciones obsoletas. No hacerlo ahora impondrá el tener que hacerlo cuando la situación social sea desesperante y las autoridades se vean obligadas a reconocer su error, pero ese momento podrá ser demasiado tarde porque el instrumento militar, privado de doctrina, organización, práctica de empleo y de órganos de inteligencia integrados, no podrá ya enfrentar al enemigo con posibilidades de éxito. Las llamadas “nuevas amenazas” están vulnerando nuestra libertad, nuestra forma de vida, destruyendo nuestro patrimonio cultural, social y económico y privando a los ciudadanos de nuestros derechos y garantías constitucionales, por lo que no pueden ser consideradas ajenas a la Defensa Nacional. Quienes se aprecien de ser políticos de verdad deben recordar la afirmación milenaria de que los ciudadanos no estamos para servir la Ley sino que la Ley está para servir a la sociedad.

* Es Licenciado en Sociología (UBA)

 

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