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Fuente: Nuestro Mar 10/12/07

 

Piratas contra balleneros en la Antártida  
Un buque con bandera negra persigue a la flota japonesa que planea capturar a un millar de ballenas.

El capitán Paul Watson es el Francis Drake del siglo XXI. Su barco, bautizado Steve Irwin en honor del conocido cazador de cocodrilos australiano fallecido el año pasado, zarpó el miércoles del puerto de Melbourne (Australia) tras la estela de los buques balleneros japoneses que faenan en la costa antártica. Su bandera es la pirata, pero retocada con el tridente de Neptuno.

Watson es el fundador de Sea Shepherd, una ONG ecologista acusada por el Gobierno japonés de llevar a cabo actos de ecoterrorismo en aguas internacionales. A su lado, los activistas de Greenpeace parecen monjitas de la caridad. O, como dice el propio Watson, “las vendedoras de Avon del movimiento ecologista”.

Sus métodos son muy diferentes a los de cualquier otra ONG conservacionista. La agencia pesquera japonesa ha denunciado en varias ocasiones los ataques de los buques de Sea Shepherd a sus barcos, aunque la ONG lo niega. “Nunca hemos embestido a un ballenero japonés, ni hemos dicho que vayamos a hacerlo”, afirmó a finales de noviembre el capitán Paul Watson. Sin embargo, en sus 30 años de historia, los activistas de Sea Shepherd se vanaglorian de haber hundido una decena de barcos, entre ellos dos españoles. En abril de 1980, un par buques balleneros españoles explotaron mientras estaban atracados en el puerto de Marín (Pontevedra), en un atentado reivindicado por Paul Watson.

Olor a ballena podrida

Ahora, el capitán pirata, cofundador de Greenpeace en los setenta, dirige la Operación Migaloo, cuyo fin es interceptar una flota de caza de ballenas japonesa que pretende capturar “con fines científicos” unas mil ballenas en aguas de la Antártida.

Previsiblemente, el buque de Sea Shepherd provocará un enfrentamiento con los barcos japoneses, en una repetición de la batalla que tuvo lugar el pasado mes de febrero en la misma región.

Entonces, el Steve Irwin persiguió al barco japonés Nisshin Maru y sus tripulantes rociaron a los pescadores con ácido butírico, “para recordarles a qué huele la carne de ballena podrida”, según manifestó el director internacional de Sea Shepherd, Jonny Vasic, al diario británico The Times tras el incidente. “Esta actitud deja la causa conservacionista en un segundo plano”, declaró en aquel momento el entonces ministro de Medio Ambiente australiano, Ian Campbell. “Pido al capitán Watson que cumpla las leyes del océano y no haga nada que ponga en riesgo a otros buques, y a sus tripulantes, en alta mar”, demandó Campbell.

“Los terroristas son los arponeros japoneses, que cazan ballenas amenazadas violando la moratoria global. Nuestra misión es salvar ballenas, si alguien quiere impedirlo, tendrá que hundirnos”, advierte Watson.

«Bajo las directrices de Naciones Unidas»

El capitán Paul Watson se siente orgulloso de añadir su nombre a la lista de piratas integrada por hombres como Francis Drake, John Paul Jones o Jean LaFitte.

Sin embargo, a contracorriente de la opinión de varios gobiernos y organizaciones ecologistas, no se considera un terrorista. “No he ido todos estos años al mar para ser simplemente testigo de las atrocidades que cometen los balleneros con los seres más inteligentes del océano”, asegura. “Somos policías del mar que operan legalmente bajo las directrices de la Carta Mundial de la Naturaleza de Naciones Unidas”, sostiene el capitán del Steve Irwin. Este documento de la ONU afirma que los estados, las organizaciones internacionales y los individuos deben aplicar la legislación internacional para la conservación y la protección del medio ambiente.

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