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23/02/2009

 

Sin control y con irregularidades, El Ejército planta soja en Campo de Mayo  

(Fuente: CNA) El Ejército siembra soja en Campo de Mayo. Los contratos son irregulares y no hay control alguno sobre los ingresos. ¿Lo sabrá la Comandante en Jefe? Son 425 hectáreas. Rinden un millón y medio por año y quinientos mil de alquiler.

“En los últimos años fueron afectadas unas 1.100 hectáreas por la
deforestación para sembrar soja.”
Cristina Kirchner, el 31 de marzo de 2008.

“El otro día charlaba con alguien y me decía que la soja es, en términos científicos, prácticamente un yuyo que crece sin ningún tipo de cuidados especiales. Para que ustedes tengan una idea, argentinos y argentinas, el glifosato, que es algo con lo que bombardean las plantaciones de coca en Colombia o Ecuador para destruirlas, a la soja no le hace nada: es más, le hace bien porque le mata a todos los yuyos que están alrededor.”
Cristina Kirchner, 27 de marzo de 2008.

En su instalación militar más importante –tiene ocho mil hectáreas y está a treinta kilómetros de Buenos Aires– el Ejército Argentino cultiva soja. El arrendamiento, las condiciones y el control –mejor dicho, descontrol– de los ingresos por ese rubro resultan, como se verá, claramente irregulares. La decisión política de llevarlo a cabo pertenece al Ministerio de las Paradojas: Cristina Kirchner, su Comandante en Jefe, ha fustigado en diversas ocasiones al yuyo maldito, presentándolo como el Primer Predador.
La batalla entre el General Yuyo y la Generala Fernández deja un saldo que no debe contarse en bajas: la suma del rinde de unos 40 quintales a un valor de 85 pesos el quintal promete una facturación de $ 1.496.000 y el arrendamiento de las 425 hectáreas sembradas le deja a la institución que se presumía anterior a la Nación unos $541.875 al año.
Lo que se dice “una quintita”. Si en efecto se tratara de una guerra, bien podría decirse que la tropa propia mantiene tratos con el enemigo: los subordinados de la Generala Fernández convocaron a la licitación a uno de sus peores adversarios en la batalla de la soja, la Federación Agraria. En estas páginas puede verse el facsímil de dicha convocatoria, producida luego de que el campo se quejara públicamente por la incidencia de los pools de siembra en los arrendamientos del Ejército.

Si ya llevó a sus hijos a Temaiken, el paseo por el ejército sojero puede ser un buen programa: tome la ruta 202 y desvíese en el camino que atraviesa el predio militar, es público durante el día y de noche permanece cerrado.

TODO LO QUIETO SE PINTARÁ DE VERDE. No fue el marxismo internacional, no fue el sionismo, no fueron los apátridas, ni siquiera fue Alfonsín, tibio, tibio, rojo rosado, rosado blanco hasta las felices pascuas. Quien destruyó las Fuerzas Armadas fue Menem.
Y lo hizo del modo más contundente: las desarmó, desguace de por medio, y las dejó con el presupuesto de una cooperadora escolar. Les dio la impunidad, el perdón, el feriado nacional, la medalla y el beso, pero vendió al mejor postor sus pocos secretos, abolió el servicio militar y nunca las profesionalizó. Nadie lo hubiera esperado, pero Menem lo hizo. Disolvió a los tiros el único amotinamiento militar ante el que Alfonsín ya hubiera firmado diez acuerdos y les permitió que –si compartían, claro– mantuvieran algunos negocios productivos.
Como en la vieja casona de una familia venida a menos, los habitantes empezaron a vender los restos. Así, por ejemplo, el fallido Bendini conoció a De Vido: alquilándole maquinaria del Batallón de Ingeniería al entonces ministro de Obra Pública de Santa Cruz. Ahora es una práctica común: en Campo de Mayo, por ejemplo, se alquila para fiestas El Colonial, una especie de club house del Centro de Equitación. Lo mismo sucede en los regimientos de Patricios o de Infantería. ¿Alguien busca un granadero que anime su fiestita? (con strip hay un plus, reservar con tiempo).

Si bien los datos del arrendamiento sojero de Campo de Mayo eran conocidos, hasta hoy, por muy poca gente, en junio del año pasado el periódico Perfil consignó otra práctica similar: la explotación de las tierras libres del arma. Campo de Mayo es negociado por la inmobiliaria Comando de Ingenieros, en tanto que los otros predios corresponden al Comando de Remonta y Veterinaria, que promociona sus servicios comerciales en una página web: producen avena a granel, alfalfa para fardos, rollos y pellets, e intercambia o produce soja, girasol, maíz, arroz, pinos, trigo, duraznos, peras, ciruelas, álamos, nueces, membrillos, uva, eucaliptus y madera aserrada.
El Comando de Real State se encarga de los campos del Ejército en Monte Caseros, Santo Tomé, Córdoba, Mendoza y el Haras General Lavalle en Tandil y Pringles. Licitan cada vez para un tipo de cosecha por un período determinado y cobran con granos o en efectivo.

–Este tipo de mecanismos para generar partidas extrapresupuestarias –le dijo a Crítica de la Argentina un ex ministro de Defensa– ya se usó en bases del interior donde también se plantó soja, y es parte de un modus operandi del ex jefe del Ejército K Roberto Bendini, que terminó procesado por tener una cuenta en el Banco de Santa Cruz en la que manejaba sus ingresos por bonus track. La sola cuenta ya era irregular, ya que debía tenerla en el Banco Nación. Por la cuenta paralela Bendini cursó gastos de joyería, muebles y perfumes, entre otras cosas.

–El Ejército es una fuerza diezmada –continúa el ex ministro– tiene instalaciones para cien mil hombres y cuenta con doce mil, hay municiones para menos de un día de guerra, récord de bajas y armas con treinta o más años de antigüedad.

NILDA Y HORACIO. –Todas estas licitaciones están en un terreno gris, y el ministerio hace lo que puede –confió a este diario un especialista en política militar.

En el caso de Campo de Soja, antes de esta siembra el Comando de Ingenieros solía rentarlo con un permiso de uso que dificultaba los controles del ministerio sobre las condiciones del contrato (precio, duración, adjudicación, etc.). La soja que hoy crece cerca de la ruta 202 está sembrada de manera ilegal porque su adjudicatario, José María Bottini, todavía no firmó el contrato, y litigan para averiguar si la licitación corresponde a un arrendamiento o a un permiso de uso. Ni antes ni ahora, vale aclarar, se supo de algún organismo de control interno o externo que intervenga en estas operaciones.
En septiembre pasado la diputada Norma Morandini presentó un pedido de informes para regular y transparentar esta actividad. Ni el pedido ni su proyecto de ley tuvieron hasta ahora tratamiento. Morandini encontró en el “Informe de Evaluación del Sistema de Control Interno” del Ejército en 2006:

• Documentación con foliaturas diferentes y alteraciones en los archivos.

• Falta de evaluación de la utilidad.

• Falta de inclusión de predios en los listados elevados al Ministerio de Defensa.

• Falta de definiciones precisas sobre el objeto de la licitaciones.

• Limitada publicidad del llamado.

A partir de este debate, el ministerio hizo una presentación en el Congreso y dijo: “Durante los últimos años se ha trabajado para mejorar el encuadramiento de las contrataciones a esta normativa. En diciembre de 2007 se firmaron compromisos de regularización entre la Armada, la Fuerza Aérea, el Ministerio de Defensa y la SIGEN.

“Se ha iniciado un proceso que apunta a una mejor gestión agropecuaria, que no exponga los campos objetos de análisis a una degradación producto de una explotación no sustentable, o a una búsqueda de ciclo corto y mirada inmediata.

“El 28 de marzo de 2007 se firmó un convenio entre el ministerio y el INTA para mejorar integralmente la gestión agropecuaria en inmuebles asignados a las Fuerzas Armadas.”

El ministerio está intentando intervenir sobre estas licitaciones pero fuentes de Defensa reconocen que todavía es muy difícil controlar lo que hacen todas las dependencias del Ejército con sus tierras.

En la edición del domingo 4 de junio de 2006 del periódico Perfil, la nota titulada “Kirchner y los militares: rompan filas” daba cuenta de la organización K en el área de Defensa.

Allí, basándonos en el testimonio de tres ministros del gabinete, dos ex ministros y dos fuentes cercanas al entorno de Horacio Verbitsky, afirmamos que el periodista aparecía como uno de los responsables de la política militar y del nombramiento de Nilda Garré en el ministerio. En diálogo con Luciana Geuna, Verbitsky negó estas afirmaciones en todos los casos, reconoció su amistad con Garré –lo que motiva sus frecuentes encuentros– y afirmó: “Mis ideas están en mis notas y si el presidente está tomando algo, lo sacan de mis publicaciones”. En la nota se afirmó también que, contrariamente a lo solicitado por el entonces y ahora presidente K de anotar en los registros de audiencias las visitas a cada ministro (a menos que se trate de otro funcionario), Verbitsky había sido omitido en los registros de Alberto F y de Nilda Garré, a quienes reconoció ver con asiduidad. Dos años después los personajes siguen siendo los mismos pero hay algunas alteraciones en la trama:

–Garré se ganó el desprecio de Néstor por lo de Bendini –le dijo a Crítica de la Argentina un ministro con silla en la mesa chica.

–No la sacan para no pelearse con Horacio. Cristina tampoco se la banca mucho.

Las relaciones históricas de Bendini con Néstor, Julio De Vido y Zannini alcanzaron para nombrar a Pozzi, uno de los mejores amigos de Bendini, como su sucesor. “Fue también un mensaje a Nilda –afirmó a este diario un miembro del entorno presidencial a la Néstor–, una manera de decirle: ‘Tenés poco poder y fijate cómo te movés’.” En aquel momento ni siquiera se la consultó: Garré estaba en Chile y se enteró del nombramiento de Pozzi por los medios.
Las planillas con los ascensos militares que antes pasaban por Verbitsky y Garré ahora dependen de Planificación: fueron revisadas y corregidas por el tío Julio, asesorado por Bendini, su viejo amigo de Santa Cruz.


Fuente: J L / Luciana Geuna/ Nicolás Wiñazki Diario Critica de la Argentina

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