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Fuente: Noticias urbanas

12/08/08

 

La salud del Veterano en la Ciudad de Bs As  
Por ley, los veteranos y sus familias deben gozar de "atención preferencial" en los hospitales de la Ciudad. Sin embargo, el Gobierno, que no ignora abiertamente la ley, hace como si no existiera. ¿Y Lemus? Bien, gracias.

Por Juan Salinas

La ley 1.636 fue sancionada el 16 de diciembre de 2004. Creó un Programa Permanente de Salud Integral (psicofísica) para ex combatientes y sus familiares en el ámbito de la Ciudad. Sin embargo, dicho plan recién comenzó dar sus primeros, tambaleantes pasos, dos años después, cuando el sanitarista Donato Spaccavento se hizo cargo del área de Salud durante la gestión de Jorge Telerman. Pero con la llegada de Macri al gobierno, todo volvió a paralizarse.

Ante el abismo de la inopia, Víctor Villagra -un ex infante de Marina al que sus compañeros llaman simplemente "Negro"-, a la sazón coordinador del ninguneado programa, suele ir en su viejo auto particular a visitar tanto a los directores de los hospitales que integran la red de la Ciudad como a visitar a los propios veteranos en sus hogares, a fin de explicarles las bondades del programa e instándolos a promoverlo y utilizarlo. Sin conseguir que el Gobierno le pague siquiera la nafta.

Noticias Urbanas acudió a entrevistar a Villagra a su humilde despacho (que él mismo pintó color verde agua con diez litros de pintura donados por un ex combatiente) en un segundo piso de la calle Medrano al 350. Villagra nos recibió en compañía de César Trejo, uno de los veteranos más conocidos por la opinión pública. Junto a ellos, un par de beneficiarios del plan, satisfechos por la atención recibida en los nosocomios porteños.

"En diciembre pasado organizamos unas jornadas de salud que le dieron marco teórico a un programa que había comenzó a funcionar a fuerza de militancia, a puro pulmón, gracias a unos contratitos que conseguimos", dice Víctor, que tiene veinticuatro años de antigüedad como empleado público, cumplidos en su mayoría en el Hospital de Niños "Ricardo Gutiérrez" y en el Hospital Oncológico "Marie Curie", donde llegó a secretario del director.

"Preparamos un informe y estuvimos tres veces con (Miguel Ángel) Schiavone (subsecretario de Atención Integrada del Ministerio de Salud) y dos veces con (Jorge) Lemus (ministro de Salud), pero no hay caso: están en otra. No dan ni cinco de bola, no les importa", dice Trejo, que integra la Comisión Cascos Blancos del Gobierno nacional y es apoderado de la Comisión de Familiares de Caídos en Malvinas.

"Así como el regimiento de Granaderos es la custodia presidencial -continúa-, el de Patricios es la custodia del Jefe de Gobierno de la Ciudad. Cuando celebró su día con un asado, Macri estaba en la cabecera de la mesa. A esos asados son también invitados veteranos de guerra que mantienen lazos con la unidad", agregó.

"Uno de ellos, Luis Quinteros -siguió Trejo-, aprovechó la ocasión y se acercó a Macri con el informe, acompañado por otros tres o cuatro veteranos. Quinteros le recordó al jefe de Gobierno la existencia del programa y sus detalles, pero Macri lo interrumpió diciéndole: '¿Y para qué queremos un programa especial para ex combatientes si acá cualquier polaco que llega a la ciudad se puede hacer atender gratis en cualquier hospital?'".

"Nos quedamos con ganas de recordarle que la Constitución de la Ciudad, en su claúsula transitoria vigésimo tercera, se refiere a los derechos de los ex combatientes. Dice que los que residen en la Ciudad tendrán acceso a servicios de salud, prestaciones sociales, vivienda, educación y empleo público…lo que entre paréntesis, tampoco se cumple, por lo menos en lo que hace a vivienda y empleo público". Pero además Quinteros le habló a Macri de una ley en vigencia, ley que obviamente su administración está obligada a cumplir.

Uno de los principales problemas, explican a dúo Villagra y Trejo, es que habían logrado reclutar un equipo de excelentes médicos y otros profesionales de la salud, "gente con experiencia en la atención a veteranos", pero que ante la falta de contratos, se fueron. Así que mientras ambos propagandizan entre los ex combatientes la costumbre de acogerse a un programa que les promete una especie de "onda verde", una atención preferencial y pioritaria, pierden buenos profesionales que habían logrado atraer.

"Vos vas a cualquier hospital, decís que te querés beneficiar del programa, y por lo general la dirección del hospital no tiene ni la más remota idea de la existencia del programa, lo que me parece gravísimo- comenta El Gringo Luis Ferrari, uno de los ex combatientes contentos con la atención recibida. "En el Pirovano me atendieron de diez", remacha. Eso sí, previamente debió hablar con Martha, la secretaria del director, quien a su vez informó a los médicos de la existencia del plan, y de que el hospital está obligado, por ley, a darles a los veteranos de guerra y a sus familias "atención preferencial".

"Tenemos un doble trabajo, con los veteranos y con el sistema de salud y hospitalario, y con el mundillo de la salud mental. A pesar de nuestras carencias (lo único que hemos conseguido de la administración es que nos paguen el teléfono, un handy y la luz), lo hacemos de buen grado, pero desde que llegó el equipo de Macri nos topamos una y otra vez con oídos sordos: nos escuchan, sí, pero no pasa nada", dice Villagra, que añade que "la impresora no funciona porque no reciben plata ni para papel ni para cartuchos, y que hasta la bandera nacional que engalana la habitación prácticamente se la afanamos al Ministerio de Salud".

"Por eso queremos dar un toque de atención. Nosotros ponemos la militancia, pero el Gobierno tiene que poner los insumos y los contratos. Nos dieron una ambulancia que el día de la inauguración la tuvimos que empujar. Nunca conseguimos que la repararan ni que le designaran un chofer. ¿Resultado? Jamás tuvimos ambulancia. ¿Aquella? Ni siquiera sabemos a dónde fue a parar", comenta Trejo, que durante la dictadura, cuando era un jovenzuelo, vivió dos años en Barcelona, de donde regresó para hacer el servicio militar en el Regimiento 3 de Infantería con sede en el hoy abandonado cuartel de La Tablada, desde donde saldría hacia las 'islas irredentas'.

"En la Capital Federal alguna vez fueron censados 1.100 veteranos, pero con dirección y ubicables hay unos 700", puntualiza. "Como los hospitales públicos también atienden a personas que viven, o al menos pernoctan en el Gran Buenos Aires, calculamos a grosso modo que este programa beneficia, entre veteranos y familiares directos, a unas 5 mil personas", añade Villagra.

"Hace falta relevar las patologías, entre las cuales es previsible aventurar que las psicológicas no son menores, y articular su tratamiento. No estamos pidiendo nada raro ni gran cosa. Con lo que tiene la Ciudad, más el pequeño equipito de profesionales especializados que hemos logrado reunir, alcanza. La inversión que tiene que hacer el Gobierno para financiar este programa es bajísima, cercana a la nada. Pero a mi juicio es un problema de concepción: le tienen miedo al tema Malvinas. Lo que nos da mucha bronca, porque por primera vez hay creado por ley un programa que tiene la densidad teórica, los profesionales y la voluntad militante", dice Trejo.

Lo interrumpo para preguntarle por el Pami. Porque todos los veteranos ¿gozan? de una pensión del instituto cuyas actividades, en gran medida, adecentó Graciela Ocaña. "Ese es otro tema", señala Trejo. "El Pami nos descuenta 100 pesos por mes. En 15 mil veteranos de todo el país, son un millón y medio de pesos por mes, 18 millones por año. Nos pusimos a hablar con los compañeros y calculamos que la tasa de uso ronda los 8 millones, ¿adónde van los diez millones restantes?".

"Hoy tenemos una pensión nacional, un subsidio de la Ciudad, una pensión provincial. Pero en términos de salud, no avanzamos. O no se acierta o no se le quiere dar bola al tema", apunta Vilagra.

"Hasta ahora los beneficiarios del plan no llegan a cuarenta. Y no se prevé ninguna estampida ¿eh? -agrega-. Porque la mayoría de los veteranos tiene trabajo, y los que tienen trabajo, además del PAMI, tienen obra social. Yo tengo Ob.SBA, PSMI y el Programa de Salud. Y el que trabaja en un comercio tiene OSECAC, PAMI y el Programa de Salud. Tenemos tres sitios distintos en los que atendernos".

"Insisto con el tema de la salud mental", dice Trejo. "El otro día fuimos a ver a un veterano que está muy bien, tiene un cargo ejecutivo en una compañía importante, y como obra social OSDE, que tiene muy buena reputación. Pero hete aquí que este compañero quería analizarse porque sueña recurrentemente con las escenas que vivió en las islas, y se encontró con que OSDE le cubre un número limitado de sesiones. Y eso sin contar con que difícilmente las prepagas y las obras sociales tengan en sus planteles los profesionales adecuados. Los norteamericanos hablan de un 'shock postraumático' y tienen profesionales especializados en eso, que dudo muchísimo que sea una categoría científica. Sus supuestos no están para nada probados. Hay argentinos que quieren importar esos conceptos, los de de un país imperial donde el hombre es apenas un insumo más de la maquinaria de guerra. Nuestro camino es otro: configurar un pequeño equipo especializado y multidisciplinario integrado por psicólogos, psiquiatras y médicos con experiencia y doctrina en el tratamiento de los ex combatientes argentinos".

Sintetiza Trejo: "Pedimos muy poco, algo irrelevante en lo cuantitativo, para dar una respuesta cualitativa importante".

SOLILOQUIO DEL NINGUNEADO

"A veces, una palmadita en la espalda ayuda", dice Ferrari. "Recibimos tantos palos, que a veces el menor reconocimiento nos reconforta", agregó, en referencia al buen trato recibido en el Hospital Pirovano. Trejo lo secunda e inicia un sentido monólogo:

"Fuimos objeto de maltrato y abandono durante años, y si logramos revertirlo parcialmente fue con nuestra lucha. Nadie nos regaló nada. Respecto a la salud, no se trata de que tengamos que tener una atención diferente a la de cualquier ciudadano, se trata de atender que sufrimos aquel maltrato, se trata de repararlo dentro de lo humanamente posible, y fue para eso que se sancionó la ley. Una ley que hasta ahora no se cumple. Cuando vamos a los barrios con una muestra o una charla, cualquier cosa referida a Malvinas, el pueblo nos recibe con inmenso cariño y mucho respeto. Y cuando comparás esa recepción con el trato que te dispensa la clase dirigente, te querés morir. Porque hay una diferencia, un divorcio… Pareciera que la clase dirigente tiene una negación respecto a lo que sucedió en las Malvinas. Que acostumbra a barrer el tema debajo de la alfombra. Todavía no tuvimos el reconocimiento que si tuvieron, por ejemplo, los desaparecidos. No hubo un reconocimiento real. Como no sabían qué hacer, dijeron 'dénles guita y nos sacamos el problema de encima'. No se quiere ver que el problema de Malvinas es un problema de la Argentina, que el problema de que hubo una guerra es de toda la Argentina, que no nos ocurrió a nosotros nada más. Que te ocurrió a vos también, que nos ocurrió a todos los argentinos. A ella, por ejemplo (señala a una mujer joven, enfundada en estrechos vaqueros, que acaba de entrar) que es sobrina del maestro Julio Cao, caído en Malvinas. Los políticos siguen barriendo debajo de la alfombra. Tienen miedo. Por eso la respuesta de Macri. Ese 'cualquier polaco' que nos humilla. Y que lo único que revela es que aprendió que no es políticamente correcto decir 'bolitas' o 'paraguas', que es lo que seguramente pensó".
"Nosotros fuimos a pelear por la Argentina, no por Galtieri. Y los políticos no pueden hacer esa separación. Y es esa forma que tienen de taparlo todo, de barrer debajo de la alfombra, es esa costumbre, precisamente, la que afectó la salud de los ex combatientes. La salud no se afectó tanto por los setenta y cuatro días de exposición al fuego, pues la nuestra fue, al fin y al cabo, una guerra corta. La salud mental de los combatientes se afectó, sobre todo, en la posguerra. Quizá, si hubiéramos tenido atención al toque".

"La cosa es que tenemos más suicidados que caídos en combate. Es raro el mes en el que no hay algún suicidio", apostilló Villagra.

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