Envía esta noticia a un amigo  07/05/2010

 

Enemigos cerca de casa: submarinos británicos patrullan nuestro Mar Argentino  

El tener intrusos a propulsión nuclear a pocos kilómetros de nuestra costa continental, armados con misiles crucero del tipo Tomahawk, requiere una respuesta seria, y por los canales adecuados, de nuestra dirigencia...

Por Mariano Sciaroni publicado en El Snorkel, vía la web Fundación Nuestro Mar.

La aparición del HMS “Sceptre” en la base naval de Simonstown, Sudáfrica, el día 6 de abril de 2010, confirmó los rumores ventilados en el tabloide británico “The Sun”, acerca que dicho submarino nuclear había sido despachado al Atlántico Sur para proteger los intereses de la reina en la zona. Por Mariano Sciaroni.

HMS “Sceptre” en Simonstown, principios de abril de 2010. Nótese el pésimo estado del recubrimiento anecoico de la vela – similar estado al de su gemelo HMS “Spartan” en su visita a Río de Janeiro en 2005 (Foto1: The People’s Navy – South Africa)

Recuérdese que, durante el mes de febrero y marzo, existieron algunos cruces diplomáticos y mucha propaganda, en tanto empresas autorizadas por el Reino Unido comenzaron a realizar trabajos de prospección petrolera en aguas circundantes a Malvinas.

Lo que obvió decir “The Sun”, es que el HMS “Sceptre” no fue el primer submarino que “visitó” nuestras aguas luego del conflicto de 1982. Y seguramente, tampoco será el último.

La “Atlantic Patrol Task (South)”
La británica “Patrulla Atlántica (Sur)” es la encargada de proveer presencia marítima en la zona que comprende las Malvinas, las Georgias y las Sándwich del Sur, y se compone desde hace varios años de un destructor o fragata, un buque logístico de la Real Flota Auxiliar (RFA) y de un patrullero de altura.

Los dos primeros son despachados desde el Reino Unido y se encuentran la mayor parte del año en el área. Durante el tiempo que no se encuentran allí, el protocolo igualmente impone que siempre debe haber un buque de guerra a catorce días de navegación, o menos, de las Islas Malvinas. El patrullero es generalmente un buque pequeño (hoy el HMS “Clyde”, antes uno de la clase “Castle”) que posee su base directamente en Malvinas.

HMS “Clyde”, basado en las Islas Malvinas. (Foto2: Royal Navy)

A dichos medios hay que sumar la presencia no tan vistosa de un submarino de ataque, el que es enviado a intervalos regulares. Los movimientos de estos, como siempre, no se publicitan, aunque, cada tanto y deliberadamente se desliza en la prensa su presencia.

Obviamente, esto hace a la definición misma de la disuasión, que implica que el potencial enemigo tenga algún conocimiento de los medios y capacidades que podría enfrentar en caso de hostilidades.

Retazos de historia.
El conflicto Malvinas tuvo un final ciertamente atípico. Si bien el Gral. Menéndez rindió las fuerzas bajo su comando inmediato (y en algunos casos, algunas más) lo cierto es que dicho acto no comprendió a las fuerzas del ejército, armada y fuerza aérea en el continente, las que, técnicamente nunca se rindieron y, fácticamente se encontraban en capacidad de reanudar sus ataques.

Dicha circunstancia llevó a que fuera de relevancia la presencia naval británica en el área Malvinas durante la inmediata posguerra, incluyendo a varios submarinos convencionales y nucleares, entre ellos el nuclear HMS “Warspite”, que llevó a cabo una extensa patrulla de semi-guerra frente al litoral nacional, así como al convencional HMS “Orpheus”, al comando de Mark Stanhope, hoy Primer Lord del Mar.

Podría decirse que el estado de paranoia británico explotó en los primeros días de mayo de 1983, cuando fueron enviados medios submarinos adicionales a los fines de contrarrestar un “raid” argentino que se esperaba para el día 25 de ese mes. Por supuesto, dicho ataque jamás se materializó – si es que alguna vez existió más allá de alguna mente trasnochada en Londres.

Es interesante hacer notar que el arma submarina británica se mostró especialmente “ofensiva”, aunque sustancialmente discreta, durante sus despliegues al Atlántico Sur en la década del `80.

Aprovechando las excelentes capacidades de los submarinos convencionales clase Porpoise / Oberon, se llevaron a cabo, a lo largo de esos años, una serie de operaciones de recolección de inteligencia, las que siguen estando mayormente clasificadas.

Así las cosas, recuerda un submarinista:

“La principal tarea del “Opportune” en el despliegue a Malvinas fue la desarrollar tareas de inteligencia, así como proveer alerta temprana para proteger a las islas de nuevas acciones hostiles. Hicimos largas patrullas a lo largo de la costa argentina, observé varios edificios de departamento por el periscopio, pero no parecían muy amenazadores” (Andy Sudgen, submarino clase “Oberon” HMS “Opportune” – mediados de los ´80)

Para tales avistamientos el submarino debió penetrar obligadamente en aguas territoriales argentinas.

Estas tareas de recolección de inteligencia involucraron también operaciones de desembarco de SAS / SBS en la Patagonia, tal como parece sucediera en el año 1987 a través del submarino HMS “Sealion”, que ingresó a Gosport con un “Jolly Roger” (la bandera de las tibias y la calavera) y dos dagas.

La daga en la bandera “pirata” representa, tradicionalmente y vale decirlo, que se ha realizado una operación de comandos frente a la presencia del enemigo. No cabe agregar mucho más…

Foto: El HMS “Sealion” arribando a Gosport, luego de su patrulla en Malvinas en el año 1987. Nótese el “Jolly Roger” con dos dagas –operaciones de comandos - y la bandera chilena, que indica que tocó un puerto de dicha nacionalidad en el camino de regreso. El “Sealion” fue dado de baja ese mismo año (Foto3: Chris Parfitt)

Un esbozo de patrulla.
Durante toda la década que comenzó en 1980, la Royal Navy tuvo en su flota tanto a submarinos convencionales como nucleares.

Los primeros, limitados en su autonomía, atracaban en Mare Harbour (Puerto Yegua), en las mismas Islas Malvinas, y su despliegue poseía una duración total aproximada de tres meses.

Los de propulsión nuclear, sin embargo, raramente emergían (y tampoco lo hacen ahora) en toda su patrulla de hasta cinco meses, aunque si realizaban y realizan visitas de cortesía a países “amigos”.

Así, más allá de lo que sucediera con el HMS “Sceptre” (que, por otra parte, ya había estado en Simonstown en 2007), y como otros ejemplos, el HMS “Spartan” estuvo en Río de Janeiro en el año 2005 y el HMS “Trafalgar” en el 2006, todos en viaje de o hacia el área de patrulla Malvinas.

El 28 de Julio de 2006 el gobernador británico de las Malvinas abandonó el HMS “Trafalgar” con la ayuda de un Sea King de la Royal Air Force que lo llevaría de nuevo a las islas. Este submarino, primero de la clase que lleva su nombre, había patrullado ya esas aguas en el otoño de 1999 (Foto 5: Royal Navy)

Vale decir que desde la baja de los últimos “Oberon”, a principios de los años 90, la totalidad de las operaciones son realizadas por submarinos nucleares, indicándose que los “Upholder” (los últimos diesel / eléctricos de la Royal Navy) jamás llegaron a estas aguas.

Bastantes submarinos británicos realizaron su última patrulla importante, y antes de su baja, en las aguas del Atlántico Sur. Pareciera que será el caso del “Sceptre” (programada su descomisión a fines del 2010), así como lo fue para el “Spartan” (que se encontraba en pésimo estado al arribar a Río de Janeiro) y el “Sealion”.

La Armada Argentina, siempre que tiene la oportunidad, aprovecha para conseguir información de “primera mano” sobre los submarinos enemigos.

Como ejemplo, a fines del año 1990, habiéndose tomado conocimiento que el HMS “Onyx” ingresaría en superficie a aguas territoriales argentinas en su paso hacia Punta Arenas, se programó y llevó a cabo su intercepción por parte de aviones Tracker de la Escuadrilla Aeronaval Antisubmarina, obteniéndose importantes datos de inteligencia y registrándose su firma acústica.

Desafíos para el futuro.
Resulta por lo menos inquietante que submarinos de una potencia extranjera se hayan paseado y se paseen por nuestro mar, y muchas veces ingresen a nuestras aguas. Sería deseable que las autoridades potencien las capacidades de nuestra Armada Argentina, a los fines de disuadir (o por lo menos hacer menos agradable) las visitas de quienes no son llamados y menos queridos.

Además de ello, resulta indignante que los gobiernos brasileño y chileno cobijen abiertamente en sus puertos a quienes nos espían, vigilan y amenazan. Argentina debería formular las protestas correspondientes, para que en el futuro no se facilite la tarea a los submarinos británicos.

HMS “Trafalgar” y el buque logístico RFA “Diligence” en Río de Janeiro, año 2006. (Foto 6: Tim Gibson)

El tener intrusos a propulsión nuclear a pocos kilómetros de nuestra costa continental, armados con misiles crucero del tipo Tomahawk (que tienen alcance para batir blancos en casi la totalidad del territorio nacional), y que en el pasado (y porque no ahora) han servido de plataforma para actividades en nuestro suelo, es un asunto serio. Y requiere una respuesta seria, y por los canales adecuados, de nuestra dirigencia. Esperemos que ello pronto suceda, para que los únicos submarinos que naveguen por estas aguas sean los propios.

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